Los sueños se quiebran,
como una ventana travesada por una bala,
los sueños se consumen,
cuando el aspirante de conseguirlos,
ya se da por vencido.
Demasiado amor hubo en mi corazón,
que ahora arde en llamas de decepción
por todo lo que entregué
y tan solo obtuve un adiós.
Él me dice donde va,
pero no le puedo alcanzar,
sus pasos acorde mi llanto,
sin parar, sin descanso,
se quedan conmigo la impotencia y la soledad.
Nada está echo para estar siempre...
Hasta aquello que más sólido termina por desvanecerse,
igual que mi sueño...
Nunca te perdí,
por que nunca me permaneciste,
nunca te tendré,
porque el camino emprendiste.
Y nunca te pude dar el adiós,
porque de mi corazón nunca te fuiste.